Liberar a La Bestia

Un puño contra el piso, el otro agarrándose la jeta ensangrentada. Era el último round de su vida y un gancho lo había dejado medio pelotudo escuchando el conteo del juez al borde de poder levantarse.

Veinte años habían tenido que pasar desde su legendaria pelea contra Drago para que se le reanimara la llamita. Y qué mejor forma de probarle al mundo que todavía se la podía bancar en el ring, que saliendo de su retiro para enfrentarse a un Mason Dixon 20 años más joven.

Gran trama para cualquier fanático del Italian Stallion.

Ésta Rocky de 2006 es una de mis preferidas de la saga, porque tiene la que considero una las escenas de la historia del cine más lindas y que mayor sabiduría condensa. Sin ánimo de meter pimienta, creo que me quedo corto si te digo que me vi unas 100 veces el diálogo entre Roc y su hijo afuera de su restaurant, justo después que Robert le cuestionara a su padre la decisión de volver a subirse al ring a sus entrados años.

Es que cuando Rocky le habla a su hijo en esa escena, en realidad nos está hablando a todos. 

“No importa cuán duro seas, la vida igual tiene la capacidad de fajarte hasta dejarte de rodillas y mantenerte ahí si se lo permitís”.

No te lo está diciendo cualquier personaje, te lo está diciendo el mismísimo Rocky Balboa después de acomodarse su tierno saquito bordeaux elegante sport con el que trata de disimular el placard que tiene de espalda.

En un conjunto de combinaciones y jabs brillantes, Balboa nos habla de responsabilidad y de hacernos cargo de nuestro destino. De no culpar a nadie más que a nosotros mismos por las decisiones que tomamos, de no poner excusas. Nos habla de cómo tenemos que estar dispuestos a soportar los golpes si es que queremos ir por lo pensamos que valemos.

Pero lo que Rocky le está tratando de explicar a Robert y a todos nosotros, es que él no decidió volver al ring para probarle nada a nadie…

Rocky en realidad estaba necesitando volver al ring para liberar a su Bestia.

Todos tenemos nuestra propia versión de La Bestia adentro. Esta alimaña se va gestando con la maraña de situaciones dolorosas o traumáticas que vamos recolectando en nuestro paso por este mundo que, como también afirma Roc en su infinita sabiduría, “no es todo rayitos de sol y arcoíris”. Esa Bestia que llevamos dentro respira inseguridades, miedos, limitaciones, arrepentimiento…lo que te imagines, si está oscuro, ahí se esconde la Bestia

Pero lo que la peli nos va mostrando es que la Bestia no busca destruirnos, sino todo lo contrario; sólo está desesperada porque la dejemos salir. Porque en realidad La Bestia nos puede -y quiere- ayudar. Pero para que eso pase, nos tenemos que animar a liberarla y de eso te quería hablar hoy.

 

No se trata de probar nada

No era la primera vez que le pasaba.

Rocky tuvo que liberar varias Bestias. Primero lo había hecho para probarle al mundo que no era sólo un luchador de barrio y más tarde la tuvo que dejar salir para lograr vencer a un furioso Apollo Creed. También necesitó hacerlo para poder superar la pérdida de su eterno mentor y entrenador Mickey. Y cómo olvidar el clásico que generó La Bestia que liberó para vengar la muerte de quien, luego de haber sido su mayor rival, se hubiese transformado en su íntimo amigo.

En esta secuela de 2006, nos muestran un campeón que hacía demasiado tiempo que le venía dando la espalda al dolor que sentía desde la muerte de Adrien, su esposa. Tampoco estaba enfrentando el hecho que el restaurant que había abierto tras su retiro, le daba una linda conexión con su comunidad que lo idolatraba pero ya no parecía estar cubriendo un fuerte propósito en su vida. 

A veces intentamos domarla, a veces fingimos demencia tratando de convencernos que no existe. Pero La Bestia está ahí, gestándose dentro de nosotros. Tenemos dos opciones; o la dejamos encerrada alimentándose de todos esos sueños inconclusos y temores que tenemos, o le abrimos la reja, la liberamos de todo lo que la está oprimiendo y la dejamos manifestarse.

Aunque la primera alternativa muchas veces nos genera bastante menos miedo, yo creo que podemos vivir una vida más rica y expansiva cuando vamos por la segunda. Porque en esa manifestación de nuestra Bestia, se libera también gran parte de nuestras capacidades oprimidas.

Claro que desatarla no es tan simple.

Para soltar a La Bestia tenemos que dejar de mirar para otro lado para pasar a hacernos cargo de la sombra que la alimenta.

Cerrá un segundo los ojos y reviví la salvada final del Dibu Martínez en los últimos minutos de la final contra Francia en el Mundial de 2022. Acordate de su bailecito antes de cada penal. El Dibu le estaba bailando a esa oscuridad que durante tanto tiempo lo había acechado psicológicamente para dejar salir a su Bestia.

Hace poco muchos conocimos a “Maligno”. ¿Te pensabas que su apodo era casual? José Torres tuvo que lidiar con sus limitaciones de Asma desde pibe. En el mismísimo día en que esa condición médica lo tenía mendigando bocanadas de aire en la final de BMX de los JJOO 2024, José “Maligno” Torres tampoco excusó a su oscuridad. La miró a los ojos, dejó salir a su Bestia y se llevó el Oro para Argentina. 

Si nos animamos a abrirle la jaula a nuestra Bestia, se nos abre también la chance de empezar a entender un concepto que cambia completamente el juego; ahí donde está la oscuridad también está la posibilidad de expandirnos, de superarnos y de brillar.

 

Viajecitos reveladores

¿Cómo hacemos para aprender un poco de La Bella para aceptar y mirar a La Bestia con más cariño?

Darle la bienvenida a la oscuridad, como concepto, nos resulta bastante ajeno porque aprendimos todo lo contrario, sobre todo en la cultura moderna occidental. Tenemos aversión a los errores, al fracaso, a todo lo que escape las benditas convenciones estéticas o exitistas establecidas. Como buenos corderitos, aprendimos a dividir nuestros sentimientos entre “buenos” y “malos” y eso nos hace vivir desesperados por evitar estos últimos a toda costa. La gran mayoría de nosotros no crecimos con las herramientas emocionales para poder hacer convivir todo el quilombo que llevamos dentro.

Pero igual, con todo eso, lo oscuro no deja de fascinarnos. Sino, no hubiesen explotado tanto Relatos Salvajes, Breaking Bad, The Walking Dead, True Detective, o no existiría Crónica, CNN, TN o C5N quemándonos la cabeza todo el día con lo que está mal en este mundo. La oscuridad también forma parte de nuestro ser y por eso también tiene la capacidad de actuar como un espejo para captar nuestra atención.

Al día le sigue la noche, a la vida le sigue la muerte. Todo es parte de un ciclo.

Puede que no queramos mirar los aspectos que alimentan a nuestra propia Bestia y es entendible; eso implicaría aceptar nuestras falencias y temores y eso justamente se siente como otra de las muertes que tanto queremos evitar; la muerte del ego.

Entonces, si queremos revertir el approach a nuestra oscuridad para poder apalancarnos en nuestra Bestia, tal vez nos ayude tomar algo de la sabiduría milenaria.

Muchas de los viajes que se manifiestan en rituales shamánicos a través de vivencias psicodélicas, abren la puerta a un flujo de experiencias y sentimientos que muchos nos pasamos reprimiendo durante toda nuestra vida. Algunas de esas experiencias pueden haber sido muy difíciles y, a través de estos rituales, reflotan de la profundidad de nuestro inconsciente después de haber sido enterradas y guardadas en lo más profundo de nuestro ser.

Muchas personas que pasan por estos viajes psicodélicos en los que entran en contacto con la respiración de su Bestia, los consideran un antes y un después en sus vidas. Varios, entre ellos amigos cercanos, reportan haber encontrado paz para sanar consigo mismo y con los demás para así comenzar un camino de expresión plena. 

No digo que para estar en paz tengas que tomar Ayahasca o consumir Psilocibina. Yo no lo hice y no sé si estoy todavía en un lugar como para hacerlo. Pero sí me parece recontra interesante  -y hasta revelador- poder tomar la cosmovisión de estas prácticas y sabidurías milenarias como un indicio de la expansión que nos puede traer empezar a perderle el miedo a zambullirnos en nuestra lado más oscuro. Porque, de a poco, vamos descubriendo que, muchas de esas antiguas civilizaciones que tan rápido colonizamos e intentamos erradicar por su barbarie, tal vez eran emocionalmente bastante más sólidas de lo que hoy es la nuestra. Eso lo lograban a través de una entrega e interpretación mucho más holística e integral de la totalidad de su ser y de su interconexión con el universo.

Si te interesa descubrir más acerca de cómo darle la bienvenida a la oscuridad para resignificar a tu Bestia, te recomiendo la miniserie documental de Netflix “Cómo Cambiar tu Mente”  y el documental de Amazon Prime “El último Shaman”

 

¿Cómo le abrimos la jaula?

Ok, la teoría la tenemos clarísima. Sabemos que gestamos nuestra fortaleza en los momentos difíciles y es ahí cuando La Bestia interior se despierta y se manifiesta en su máxima expresión. Pero si lo sabemos, ¿por qué la esquivamos tanto?

Si venís siguiendo algo de lo que vengo posteando, seguro ya tenés alguna idea para dónde voy a disparar; no queremos mirarla porque no nos gusta nada, hacerlo nos genera mucho disconfort. Pero como te cuento en este post, es justamente ese disconfort el que puede salvarnos la vida.

Entonces, tal vez necesitemos un cambio de mentalidad para entender que las cosas que más buscamos esquivar son las que más necesitamos evidenciar.

“Make your mess your message” escuché alguna vez por ahí (va en inglés porque tiene más sentido el juego de palabras).

Transformá tu quilombo en tu mensaje. Apuntar la cámara a esas partes menos glamorosas y complejas de nuestras vidas, puede llevarnos a encandilar y sacar a La Bestia de su escondite. Como hicieron el Dibu, el Maligno y tantos otros, podríamos pasar de evitar la oscuridad a abrazarla y utilizarla como un recurso para catalizar y liberar nuestro máximo potencial.

Ah pero eso implica exponernos y aceptarnos.

Vos, yo, todos tenemos una imagen ideal que le queremos proyectar al mundo. A esa imagen, la vamos contrastando con la imagen que nos proyectamos a nosotros mismos, esa que nos da cagazo terminar siendo. Después se le suma una capa más; lo que realmente somos. En esa mezcolanza, muchos terminamos sufriendo porque vivimos haciendo malabares intentando hacer coexistir y convivir todas estas imágenes.

Como alguna vez dijo Henry David Thoreau “La opinión pública es un débil tirano comparada con nuestra propia opinión privada”. Terminamos pretendiendo en público pero sufriendo en privado. Y así nos pasamos la vida gastando una banda de energía tratando de sostener todas estas proyecciones idealizadas, en vez de simplemente aceptar todas sus dimensiones, sacando también a la luz nuestra oscuridad para poder mejorar en el camino.

Tenemos falencias. Tenemos defectos. Pasamos por situaciones que nos hicieron sufrir y hasta podemos sentir que nos rompieron.

Todo eso es cierto, pero justamente todo eso que estábamos tratando de ocultar, puede ser nuestro mejor mensaje si es que estamos dispuestos a evidenciarlo.

 

La oscuridad única

Me satura ver un reel o un tiktok uno igual detrás del otro. Mismo tono, mismas recetas, misma música, mismos tips, mismos gags…y de repente aparece alguien que hace las cosas de manera única y automáticamente captura mi atención.

Kevin Kelly es el editor y co-fundador de la famosísima revista Wired y uno de los tipos más creativos que existen. En su libro “Lo inevitable” me topé con esta recomendación que me pareció muy interesante; “Apuntá a ser el único, no el mejor”.

Kelly machaca todo el libro con la singularidad. Insiste que, en un mundo sobresaturado de opciones, ser diferente puede ser más valioso que simplemente intentar ser mejor, porque la competencia es super intensa y las diferencias son cada vez más mínimas.

Ser únicos nos permite sobresalir, cautivar y fidelizar. Es más, en una entrevista reciente, Kelly sugiere que deberíamos empezar a acostumbrarnos a ser cada vez más únicos si es que queremos hacérsela un toque más difícil a la IA que, de a poquito, nos está viniendo a buscar.

Siguiendo la lógica de Kelly, todas esas cosas que muchas veces no queremos mostrar, son un reservorio con un potencial fenomenal para diferenciarnos del resto. Porque nuestro sufrimiento y nuestro aprendizaje también nos hace únicos. Nuestras luchas y nuestro dolor nos hacen únicos. Ese “por qué a mi” nos hace únicos y está esperando a ser liberado.

Pero el punto de partida no va a ser nada confortable ni glamoroso. Es más, el punto de partida suele ser traer bastante dolor y va a requerir entrega y vulnerabilidad si queremos que se trate de un honesto abordaje kintsugista y no sólo una declaración trillada.

Y hablando de dolor…

 

Milhojas de dolor

Hace unos años me leí el libro “Can´t Hurt me” de David Goggins. Cuando empecé a escribir este post, fue uno de los ejemplos más claros que se me vinieron a la cabeza de dejar salir a La Bestia a través del dolor.

Este tipo sufrió y sufrió mucho.

Un padre violento, una infancia siendo afroamericano en el sur de EEUU rodeada de los muchachos del Ku Klux Klan que le llenaban el culo de preguntas cada vez que volvía del cole, bullying por sobrepeso y ninguneo de sus capacidades hasta de sus maestros.

Pero mientras salía de su traumática adolescencia, Goggins empezó a encontrar luz para enfrentar ese dolor emocional. Y paradójicamente lo hizo sumando más dolor, empujando todos los límites a través del dolor físico. No sólo participó de cuanta Ultra te imagines; Ironman, Badwater, HURT, Hellgate, Moab…Es también el único ser humano en el planeta en haber completado todos los brutales entrenamientos necesarios para obtener estas 3 credenciales: NAVY SEAL, Ranger y Controlador Táctico de la FFAA de EEUU.

Cualquiera que lo escucha así nomás, salta a la conclusión que este tipo es un demente sadomasoquista. Pero después de prestarle más atención, entendés que Goggins no promueve el dolor por el dolor mismo, sino que ve el dolor como una herramienta para el crecimiento, un canal para aprender a aceptarlo en cualquiera de las formas que se nos presenta en la vida para poder usarlo para fortalecernos.

El dolor y la oscuridad se convierten en catalizadores para liberar nuestra Bestia interior. En lugar de evitar el dolor, Goggins lo acepta y lo utiliza como una fuerza para impulsar su éxito y tratar a ayudar a otros a hacerlo en el camino.

Goggins además sostiene que, cuando creemos que ya alcanzamos nuestro límite, en realidad sólo estamos al 40% de nuestro potencial. Siempre hay más dentro de nosotros esperando a ser liberado. Mucho más. Al presionar más allá de lo que creemos posible, podemos desatar capacidades ocultas y alcanzar un rendimiento muy superior que ni siquiera imaginábamos.

Rocky nos muestra algo de esto en la escena final del último round. Pero si necesitás algo más palpable, mirate este ejemplo real de nuestro Rocky argento en la defensa de su título mundial de livianos allá por el año 96´. El eterno Jorge “Locomotora” Castro, con su cara completamente desfigurada y recibiendo un tremendo castigo de John David Jackson, sacó su extra 60% en el 9no round para quitarnos todas las dudas. Siempre tenemos un poco más para dar.

Donde hay dolor, hay oportunidad para liberar a La Bestia y hay oportunidad de brillar de manera única.

 

Metamorfosis completa

Suena tres veces la campana y termina la épica pelea. Banda sonora emotiva de fondo, ovación de la multitud y admiración de su rival. Después de abrazar a su hijo Robert y aún habiendo perdido el combate, Rocky le susurra algo al oído a Paulie quien lo recibe sonriente a un costado del ring con habano en boca ; “La Bestia ya se fue Paulie, la Bestia ya salió”.

Rocky está en paz.

Es que en realidad, ese es el objetivo final de todo ésto. La vida no se trata de ganar o perder, se trata de enfrentar nuestras propias luchas y encontrar la paz interior. Creo que la cosa está en encarar un camino para descubrir nuestro verdadero valor, pero para hacerlo tenemos que ir aceptando y liberando nuestras cargas internas. Porque cuando mantenemos cautivas las partes de nuestra vida que nos cuesta mostrar, también estamos manteniendo cautiva una parte de nuestra capacidad creativa y expresiva.

Eso mantiene a La Bestia inquieta, caminando de un lado al otro de la jaula.

Goggins afirma que ésto es la más importante que suelen pasar por alto las personas que entran en contacto con su historia. Interpretan que su mensaje es uno de búsqueda de sufrimiento físico para escaparle al sufrimiento emocional. Él afirma que es exacto lo contrario, sacar a su Bestia le permitió descubrir todo su potencial para finalmente poder encontrar paz en su vida y está convencido que todos podemos hacer lo mismo.

Y si lo intentamos, tal vez podríamos llegar al mayor nivel de todos.

No sé si en el resto de los países tiene la misma connotación, pero acá en Argentina hay una expresión que también usamos para hablar de alguien que saca todo su potencial creativo al punto que nos genera fascinación.

Esa persona es una Bestia.

Claro que Messi es una Bestia, pero como vos, yo tengo mis propias Bestias. Para mi Al Pacino es una Bestia, Carlos Sainz es una Bestia, Dalí, Bowie y Freddy fueron Bestias…..Frank Lloyd Wright, Gustavo Ceratti, Ari Vatanen, Malala Yousafzai, Dave Grohl, Hernán Cattaneo, Zaha Hadid, Aretha Frankling, Louis CK, Carter Beaouford, Francis Mallmann, Diana Nyad,  Charlie Munger, Garrett MacNamara y puedo seguir…todas Bestias con mayúscula.

Si hacés doble click en las vidas de todos estos personajes, seguro vas a descubrir que, en algún momento, necesitaron aceptar que necesitaban dejar salir a su Bestia para liberar todo su potencial. Saber que dimos todo lo que tenemos para dar, que dejamos todo aún cometiendo errores, que no tuvimos miedo a quedar vulnerables mostrando incluso -y sobre todo- las partes que más nos cuestan mostrar, es lo que nos lleva a la metamorfosis completa con nuestra Bestia, a nuestra mayor expresión creativa y a nuestra paz interior.

 

No se trata de cuán fuerte pegues…

Un puño contra el piso, el otro agarrándose la jeta ensangrentada. Una escena muy similar a la que empezó este post, sólo que 20 años antes de la famosa Rocky Balboa de 2006.

Pero esto no es Hollywood, esto es la vida real.

El protagonista también lleva algo de sangre italiana y está en su propio ring, una escalera de lajas en la puerta de la casa de mi infancia en Villa Devoto. Por su discapacidad motriz congénita, a Manu, mi hermano mayor, todos los médicos le habían asegurado que nunca iba a poder caminar por su cuenta. En ese momento yo todavía no contaba con esa data y, con tan sólo 5 añítos en mi haber, me toca un asiento privilegiado en primera fila para ser testigo de este brutal combate que iba a quedar grabado como uno de los primeros recuerdos de mi infancia.

Había llovido y las putas baldosas todavía estaban húmedas. Manu sale de la puerta principal y los bastones canadienses que resistían todo el peso de su cuerpo, resbalan como jabón y vuelan a la mierda. Cae seco y se rompe la jeta contra el piso. Mi viejo se acerca corriendo a tratar de ayudarlo. Manu le saca la mano, lo mira de reojo, lo putea y libera un alarido; “Salí gordo, yo puedo!”.

Un puño contra el piso, otro agarrándose la jeta ensangrentada. Manu agarra sus bastones, libera a su Bestia y se levanta.

Capaz ahora voy entendiendo por qué me sé de memoria ese discurso de Rocky. “No se trata de cuán fuerte pegues, sino de cuán fuerte podés ser golpeado y seguir avanzando…cuánto podés resistir y seguir avanzando. Así es como se gana”

Casi 40 años más tarde y contra todos los pronósticos médicos, Manu hoy camina sin bastones y vuela por los aires atajándome penales. También te sigue puteando si te acercás a ayudarlo cada vez que se cae; él quiere seguir levantándose por su cuenta. Mi más literal ejemplo de liberar a La Bestia, una licuadora perfecta entre Rocky Balboa, Danny Goggins y el puto Dibu Martinez juntos.

Si llegaste hasta acá, seguro seas de esas personas que no se conforman con aceptar el mundo de la manera que se lo presentan. Seguro sos una de esas personas que sienten que tienen algo adentro importante para dar. No le tengas miedo a tu Bestia, liberala, dejala expresarse y lográ todo lo que quieras lograr.

Abrazo y hasta la prox.

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